sábado, 26 de julio de 2014

Enrique Lora, VII Dorsal de Leyenda

Enrique Lora será el nuevo Dorsal de Leyenda, en concreto el séptimo, incorporándose a una nómina de míticos integrada por Juan Arza, José María Busto, Marcelo Campanal, Ignacio Achucarro, Antonio Valero y Paco Gallego. El propio presidente José Castro comunicó la buena noticia a Lora -con una amena llamada telefónica-, que ve como con esta distinción, la de más valor para un ex jugador sevillista, se encumbra  un poco más si cabe su figura de jugador imprescindible en la historia del Sevilla FC. 
 
Lora fue un futbolista hecho a sí mismo, un hombre de raza, que aunaba en su fútbol genio y coraje, convirtiéndose en un verdadero referente en el centro del campo del Sevilla FC en las 11 temporadas que jugó en Nervión (66-77). Descubierto por Juan Arza, Lora llegó al Sevilla Atlético procedente del Coria y Sabino Barinaga le dio la alternativa en la 66/67 para convertirse en un fijo de ahí en adelante hasta que sólo la edad pudo domar su irreductible carácter. Vivió descensos, ascensos y la memorable campaña 69/70 en la que con Max Merkel el Sevilla quedó tercero y él ofreció tal vez su mejor rendimiento. Pero si por algo se distingió Lora fue por ser el sostén del Sevilla en una época turbulenta, posiblemente la peor en términos deportivos de la historia. Futbolista de esos de todo corazón, fue el alma del Sevilla por más de una década y además un revolucionario en el mundo del fútbol, pues se convirtió en uno de los primeros centrocampistas que comenzó a desempeñarse en la por aquel entonces desconocida demarcación de mediapunta.  
 
Con el Sevilla FC Lora jugó 335 partidos e hizo 27 goles. Con la selección española debutó de la mano de Ladislao Kubala en febrero del 70 en un amistoso disputado en el Sánchez Pizjuán ante Alemania. Lora fue desde entonces un habitual durante dos años y medio, en concreto hasta aquel duelo de España contra Yugoslavia en viejo Insular de Las Palmas de Gran Canaria, cuando Lora salió en el descanso remplazando a Sol y Kubala lo retiró a 20 minutos del final para asombro del respetable y del propio jugador, que nunca llegó a entender aquella decisión.
 
Sin embargo, ni siquiera ese extraño capítulo de El Insular puede eclipsar la brillante historia, ya de leyenda, del fulgurante cigarrero, que de tanto que se fajaba en el campo se ganó con creces el apelativo de Siete Pulmones . Lora, en realidad, fue algo más que un futbolista con ese siete eterno a la espalda, fue una forma de entender el fútbol y, sobre todo, uno de los pocos motivos para el orgullo del sevillismo en una época huérfana de títulos y de contadas satisfacciones (www.sevillafc.es)